6 cuestiones para crecer y transformarte

¿En algún momento te has parado a observar cuáles son tus creencias en torno a ti mism@? ¿Cuáles son esas frases que te repites una y otra vez? Quizás sean cualidades o estigmas que llevas incorporadas desde que sólo eras un niño. Tus padres, tus profesores, tus amigos, familia... 

 

¿De qué manera te ves a ti mism@?

Uno de los motivos por los que mucha gente es infeliz, es que no están contentas con ellas mismas.  Son muchas las personas que crecen llenas de complejos. Algunas veces son cosas físicas como “Tengo la nariz demasiado grande”, “soy feo”, “demasiado joven” o “demasiado viejo.” “Soy gordo” Otras veces los complejos son intelectuales como “soy menos inteligente que los demás,” y otras veces creen que tienen defectos de personalidad como “no tengo sentido del humor” o “soy aburrido.”, “soy nervioso”

Ahora te vuelvo a preguntar ¿Te gustas a ti mism@? ¿O identificas algún aspecto de ti que te rechine? 

¿Quieres que te cuente un secreto? Si uno no es feliz consigo mismo, ¿cómo podrá ser feliz con la vida? 

Si uno no es capaz de amarse, de aceptarse, quererse, mimarse... ¿Cómo va a ser capaz de hacerlo con los demás? ¿Cómo va a poder dar lo mejor de si mismo si no se lo reconoce?

Como decía al comienzo de este tema, ¿de dónde provienen tus creencias, tanto limitantes como potenciadoras?

Ya desde que somos niños, nuestro entorno, nos va “manipulando” de una manera inconsciente claro, hacia lo que “vamos a ser” de adultos. 

Quizás eras un niño al cual siempre le decían: “Que bueno eres. Que bien te portas. Así te quiero mucho. A ti te doy esto porque te lo mereces, porque eres bueno...”

Ahora mismo tu puedes pensar... ¿Y qué hay de malo en esto? Pues en principio no hay nada de malo ya que reforzar a un niño con unas palabras positivas es maravilloso, el problema nos lo encontramos cuando a ese niño le condiciona o no le mostramos realmente la realidad. Tal vez ha realizado un dibujo precioso, pero eso no quiere decir que sea el mejor pintor. No le engañemos, porque después de eso vienen las frustraciones, falta de autoestima... 

Quizás hay algún momento en la vida de ese niño bueno, que lo que necesita es saltar en un charco, ensuciarse, gritar, saltar, correr, escalar... ¡incluso enfadarse! Y no se da permiso de hacerlo... porque es un niño bueno...

Esto puede conllevar a que siga ese rol en su etapa adulta. Tal vez ha estudiado una carrera porque es lo correcto, trabaja y se viste de cierta forma porque es lo correcto... pero en realidad... es un adulto infeliz. 

Tal vez a ti te ha ocurrido justo lo contrario. Te han dicho: “Eres una niña muy inquieta. Eres mala. Te portas muy mal. Estás mal de la cabeza...” Esta niña, acaba creyéndose todas esas afirmaciones que se le dicen, y efectivamente acaba cumpliendo ese rol, porque “Ella es una niña mala”

¿Pero sabes qué es lo bueno de todo esto? Que tienes el poder en tus manos de transformarlo, de ser quien tú quieres ser, quien mereces ser. Tienes el poder de dar el salto hacia aquello que deseas, y dejar atrás todas aquellas creencias que te están limitando en tu vida.

Te invito a que te hagas la pregunta: Realmente, ¿Quién soy yo? O ¿Qué soy yo? Quizás ahí, te des cuenta de lo especial que eres.

Puede que te vengan a la cabeza esas creencias como soy un loco, tonto o estúpido. Pero realmente, ¿Cómo sabes que eso se cierto? ¿Has llegado a esa conclusión porque alguien lo ha dicho? ¿O sabes a ciencia cierta que eso es así? ¿Por qué? Razona tu respuesta. Trabaja con EFT para liberarte de estas creencias. 

En este caso os dejo con un fragmento del libro “Los 10 secretos de la abundante felicidad” que expresa muy bien este tema.

“La Sra. Moses sacó unos espejos de un cajón. Sostuvo cada uno de ellos frente al joven para que él se viera a sí mismo. Eran espejos curvos, como los que hay en las ferias, aunque en pequeño. Las imágenes que reflejaban estaban muy distorsionadas, en algunos de ellos el joven apenas se podía reconocer a sí mismo. Uno hacía su cabeza casi de un metro de larga, en otro sus orejas parecían alas y en otro parecía el hombre más gordo del mundo. El joven rió. 

– ¿Cuál de ellas es como usted? – preguntó la Sra. Moses. 

– Ninguna – respondió el joven. 

– ¿Cómo lo sabe? 

– Porque son espejos de broma. La imagen que reflejan no es la realidad. 

– Por supuesto. Pero, ¿qué habría ocurrido si usted nunca antes hubiese visto una imagen suya? Sin duda al verse reflejado por estos espejos se habría horrorizado.

Afortunadamente, sabes cual es tu apariencia física porque ya te has visto muchas veces en otros espejos que no están alterados como estos. Pero, ¿has visto alguna vez una auténtica imagen psicológica tuya? Ves, existen espejos que nos reflejan nuestro aspecto físico pero no hay espejos que nos muestren nuestra apariencia psicológica. En lugar de ello nos basamos en las reacciones de otras personas, para a través de ellas, deducir cómo somos en nuestro interior. Si te dicen que eres egoísta, tal vez pensarás  que eres egoísta. Y del mismo modo, si alguien te dice que eres estúpido, podrás también creerlo. Los demás son espejos en los que nos vemos, sí, pero espejos distorsionados. Tienen sus propios prejuicios que distorsionan tu imagen.”

Este párrafo expresa muy bien lo que nos ocurre. Tomamos como real una imagen de nosotros que está totalmente distorsionada por la manera en la que hemos actuado y por la forma en que los demás nos han juzgado. 

Una de las cosas que nos ocurren es que tendemos a generalizar. Es decir, se produce un hecho concreto que está “mal” como por ejemplo dejarse un grifo abierto por descuido, con lo que eso conlleva, y ese acto se generaliza: “Es que eres un desastre, no tienes remedio”. Por qué no probar con la frase: “Has tenido un despiste bastante grande, para la próxima vez, ten más cuidado, ya que hay veces que me demuestras que si que puedes y sabes hacerlo”

Yo te invito a que te hagas preguntas para que te des cuenta dónde tienes que trabajar y así avanzar. 

6 Preguntas para transformarte

♠ ¿Qué es lo que más me gusta de mi?  

♠ ¿Para qué soy buena?

♠ “Si hubiera algo en mí que me pudiese gustar, ¿qué sería?” 

♠ “¿Qué habilidades tengo?”.

♠ “¿Qué es lo que mejor se me da?” 

♠ “¿En qué podría yo aportar una ayuda efectiva?” 

Texto: Curso Experto en Estrategias Emocionales

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Miriam Simón

Coach y Terapeuta

www.miriamsimon.com

 

Guía de Protocolos para el Cambio   



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